domingo, 14 de agosto de 2011

Ánima

Antes de que sonara, apagó el despertador y miró la hora. Las cinco de la tarde.

Se deshizo de las sábanas sintiendo el vello de sus brazos erizarse al contacto con el frío aire del apartamento. Se levantó y cerró la ventana alzando la persiana. La luz la cegó unos segundos, dándole la espalda.

Tras una ducha templada se sentó a la mesa de la sala con su café solo, un cigarrillo en los labios y su beretta. Desmontó el arma y la limpió para que no hubiera problema alguno al usarla. Ajustó la mirilla del arma a la foto de su último viaje a Argentina, alineándola perfectamente con la cabeza de su novio entonces. Mantuvo la vista por unos segundos dejando el arma de nuevo sobre la mesa.
Apuró su café, ajustó el arma a la cintura de su pantalón a su espalda. Se miró una última vez en el espejo de la entrada al coger el abrigo negro. Salió del departamento con calma cerrando la puerta con llave tras ella.
Su aliento tranquilo, se condensó en el aire invernal al pisar la calle.

Anduvo durante una hora por calles, callejones, parques, plazas. Sabía a dónde iba, sabía cuándo tenía que llegar. Aún tenía tiempo.
Los primeros copos comenzaron a enredarse en su pelo a las dos manzanas de su destino. Alzó la vista al cielo completamente cubierto; aquello podía resultar ser un pequeño contratiempo pero, no se iba a echar atrás. No después de tanto tiempo.

La campanilla de la puerta de la cafetería al abrirse tintineo a su paso. Con una sonrisa serena, agradeció al chico que salía que la dejara entrar primero al local. Soplando sus manos ligeramente entumecidas por el frío, se acercó a la barra.

- Un café para llevar, por favor.- Pidió a la camarera, tomando asiento en un taburete echando un vistazo rápido al local. Dejó el dinero correspondiente al café y se puso en pie de nuevo.

Salió de la cafetería, entrando en el edificio adjunto a ella. Saludó al guarda de seguridad de la entrada y se dirigió hacia la zona de los ascensores. Miró su reloj. Sonrió. Pulsó el botón de llamada y bebiendo su café espero a que llegara. Las puertas se abrieron y entró en el habitáculo seguida del hombre que acababa de entrar en el edificio.


- ¿A qué planta va?- Le preguntó mirándole.
- A la quinta, gracias.- Pulsó el 5 y el 6 para ella. Las puertas se cerraron. Sintió el móvil sonar en su bolsillo.
- ¿Le importaría…?- Le preguntó tendiéndole el vaso de café.
- Claro, sin problema.- Le contestó él sonriente.

La luz del ascensor alumbraba la cuarta planta cuando ella, sintiendo el frío de la empuñadura de su parabellum contra la palma de su mano, la sacó de su espalda y apuntó a la sien del hombre, disparándola sin darle pie a réplica.
Las puertas se abrieron en la quinta planta. Sorteando el cuerpo inerte del hombre a sus pies, e intentando no pisar el charco de sangre, salió del ascensor y dobló a su derecha hacia la escalera de incendios. Con el dorso de la mano se limpió las salpicaduras de sangre de su rostro mientras regresaba a la calle

Optó por volver a la calle principal tras desechar tomar el callejón trasero. Era una zona demasiada expuesta; había una sucursal de un banco en una de las esquinas lo que implicaba la presencia de cámaras. Aún era pronto para que la descubrieran.

Caminó por la acera tranquila mirando los escaparates a su paso. Se detuvo en una tienda de relojes observando la hora. Sonrió para sí al ver un reloj de cuco colgado de una de las paredes del local. Ladeó el rostro lo justo viendo el reflejo de la parada de metro a sus espaldas, era la suya.
Sorteando una pequeña placa de hielo, cruzó la calle aprovechando que el semáforo estaba en rojo cortando el tráfico. Se deslizó con gracilidad escaleras abajo echando una moneda al músico habitual de la estación.

- ¡Gracias guapa!- Con una sonrisa cortés en los labios cruzó los tornos yendo hacia el vagón.

Se sentó en un asiento vacío junto a la ventanilla. Un estudiante se sentó frente a ella colocándose los cascos del mp3. Sus miradas se cruzaron, él le sonrío mientras ella dirigía su mirada hacia el andén que dejaban atrás.
La música llegaba vagamente a sus oídos ayudándola a centrarse en sus propios pensamientos. Repasaba mentalmente cada uno de sus movimientos en la última hora. Había sido discreta pero sin rayar lo extraño; había sido cuidadosa en cuanto a las cámaras del edificio. No había corrido ni ralentizado el ritmo de sus pasos en exceso. Había actuado… con normalidad. Sí, había sido todo normal. Expulsó el aire que retenía en sus pulmones sintiéndose más ligera por unos instantes.
Sacó su móvil del bolsillo tecleando con velocidad. “Ya saludé al tío Jon de vuestra parte. Espero noticias vuestras pronto”. Pulsó al botón de envío y suspiró. Ahora, sólo le quedaba esperar.

martes, 10 de mayo de 2011

Crematorio

Altamente recomendable

Los primeros 15 minutos me engancharon. Quizá fue el exceso de escenas cortas abriendo frentes.

Los flashbacks, especialmente cortos, ayudan mucho entender gran parte del pasado de los personajes y como han sido sus relaciones. Aunque a veces muy cortos. Quieren hacerlo como en Damages.

No doblar a los rusos es buena idea, además significa que va dirigido a un publico de media más joven, mas exigente y que no nos subestiman, saben que vemos series  extranjeras.




Personajes y Escenas. ( Spoilers )

Pepe Sancho está majestuoso.

Gusta ver como Rubén tiene que cojer las riendas cada vez que se tuerce algo, de un modo u otro nos quiere decir, que para hacer las cosas bien, hay que hacerlas uno mismo. Son momentos Padrino.

También llama la atención que cuando el cabeza de familia falta, cada uno se amarra sus machos. Es como si creyeran que pueden solucionar una parte. Cada uno con sus recursos, el Perro a golpes, la hija con chantajes, la novia... quiere huir con el dinero.

Que lleve el dinero en la mochila, no se lo cree ni ella. No tiene la entereza suficiente para mover las dos piernas, con 500.000€ en la mano. Por que haya despedido a una asistenta y le hayan zarandeado unos búlgaros, no se convierte en una super-woman. Le pegaba más a Silvia, la hija.

El emprendedor triunfa y el idealista es un derrochador. Eso a Jorge, de Fuera de Series, no le gustará.(4º Capitulo)



La escena del ascensor es para borrar. Los peores actores juntos en un metro cuadrado, ¿Qué esperaban?

La relación extra-matrimonial de Silvia, se podría haber exprimido más.
Nos hacen ver que el marido de Silvia no se entera de nada, aveces ni siquiera sabe si su hija está en casa o no. Por que está centrado en que su investigación y que se va a quedar sin beca. Y por que su mujer llega dos días tarde, ya sabe que le pone los cuernos con el artista joven, del que Silvia es mecenas.

En el capitulo siete, baja mucho el ritmo. Creo que lo usan para cerrar algunas tramas y abrir nuevos frentes. La novia se hace mayor. La nieta y su madre se encuentran de nuevo.

En el comienzo del capitulo ocho. No me resulta creíble la amenaza del ruso así de primeras. Rubén, muy acojonado de repente. Es raro.

Feeling entre el abogado y Silvia. Para otra temporada.

El final es copiado a Damages. Todos los componentes, anciano sin opciones, constructor feroz, terrenos por edificar y la escopeta.

domingo, 8 de mayo de 2011

Sonrisa bohemia.

Aquí os dejo algo que me ha llegado al correo. 

Miró el reloj una vez más colocando bien el asa del bolso sobre su hombro. Se apartó el flequillo de la cara optando por sentarse en uno de los bancos de la plaza. El sol apretaba con fuerza empujando a que la gente ocupara la hierba con sándwiches, conversaciones, risas.

Sonrió para sí viendo a un grupo de amigos perseguir al que llevaba consigo el balón de fútbol. Agitó la cabeza aguantando la risa al verle sepultado por tres chicos y desvió la mirada hacia su derecha. Tres amigos, dos de ellos riendo a carcajadas, observaban a un tercero quien con grandes gestos contaba alguna anécdota. Curiosa, observó sus movimientos intentando descifrar de qué estaban hablando. Avergonzada vio que el orador se percató de su nuevo público mirándole. Una sonrisa de medio lado fue el saludo del chico antes de que ella apartara la mirada aguantando la suya propia.

Volvió a mirar su muñeca viendo que su compañera de estudios de ese día llegaba tarde. Y cuando el aburrimiento se apodera de uno tiende a curiosear a su alrededor, o a ahondar sobre algo que ha llamado su atención. No sin cierta timidez pero sin dejarse vencer por ella por completo, volvió a mirar al grupo de chicos que habían descubierto su presencia.
Sonrío con la boca y la mirada al ver que no era la única que parecía creer que la figura del otro le despertaba curiosidad. Esta vez la sonrisa de medio lado fue acompañada por un guiño divertido que consiguió arrancarle una leve carcajada. Ella pensaba que estaba un poco loco; él tal vez pensara que iba a ser una gran tarde.

- Siento el retraso. – La voz de su compañera la despertó de su fantasía particular haciéndola volver a la realidad.- Perdí el autobús anterior.- Se disculpó. Miró de reojo al chico de la sonrisa mientras se ponía en pie esperando algo más sin saber por qué.

- No pasa nada, tranquila.- Le sonrió, pero no como a él. Sabía que tenía que irse pero por unos segundos sintió que no podía irse así, sin más; darse la vuelta y caminar dándole la espalda. Dejando a un lado cualquier prejuicio y su pepito grillo que la tildaba de loca, se volvió hacia él.- ¡Que tengas un buen fin de semana!- Le gritó saludándole con la mano. Para su sorpresa él se puso en pie yendo a su encuentro. Impaciente esperó a que la alcanzara.

- Ten.- Una hoja de libreta cuadriculada y dos palabras se posaron en su mano derecha.- Búscale y me encontrarás. Tal vez, incluso a ti.- Sonriente, sin un ápice de vergüenza se despidió de ellas con una grácil reverencia.

- ¿Y este quién es?- Le preguntó su compañera ajena a lo ocurrido minutos antes. Achicó los ojos desconcertada alzando la vista de nuevo a la figura del chico que se alejaba.

- Unmei Ronin al parecer…- Murmuró para sí tras leer las palabras escritas en el papel, e inevitablemente sonrió.

Firmaba "Lady Machete".

viernes, 1 de abril de 2011

Un poco más Canalla.


Poniéndome la mano en el antebrazo y mirándome a los ojos me dijo con firmeza “Este año que entra, voy a ser: Un poco más Canalla”. Fueron las ultimas palabras que escuché antes de la entrada del nuevo año.

Estoy seguro de que en ese mismo momento la ley de la atracción empezó a actuar para que él llegara a ser: “Un poco más Canalla”. Pasara lo que pasara, el iba a ser “Un poco más Canalla”. Ya os lo presenté en “Di que sí”.

Se encomendará a las deidades, retorcerá las palabras, atravesará con un plano las diferentes realidades en las que vive, incluso intentará convencernos de que en su mente ha ocurrido mil veces. Pero yo sé que será la ley de la atracción la que le hará ser: “Un poco más Canalla”

Desde entonces, no ha reparado en aprender nuevas técnicas de engaño, nuevas teorías incluso un nuevo vocabulario tirando de diccionario. Ha llegado a relacionarse con culebras de la noche, Güeys y ladrones de guante blanco, absorbiendo lo mejor de ellos sin alejarse de sus verdadera moral. Colecciona maldades y las retuerce a su antojo para fines canallas y siempre fiel a sus principios, la ultima que supe de él fue, convertir Terminator en un Cisne Negro. Un nuevo Big Bang. Amazing¡¡¡¡.

Cualquiera que le conozca sabe que no miento sobre él. Eso de ser: “Un poco más Canalla”, parece inverosímil por su forma de ser. Sin embargo ese pensamiento de duda solo dura unos segundos, por que de inmediato te das cuenta de que si él lo dice, la ley de la atracción...

Y todo aderezado con un: Si quieres, puedes”.

domingo, 9 de enero de 2011

Mi naranja

¿De verdad hay una media naranja? Esta pregunta de “naturaleza equivocada” hace tiempo que podría haber pasado a la historia si su espíritu no hubiese sido alimentado por muchos. Y muchos otros podrían pensar que es una pregunta que solo se hacen las chicas adolescentes, los románticos empedernidos o incluso una parte de nosotros que tendemos a interiorizan esa idea. Todos ellos se cuestionan más a menudo ésta, en momentos de debilidad emocional.

En más de una ocasión me he preguntado si existía esa media naranja, bien sea chica, chico, o viceversa. Pobre iluso, lo que me quedaba por aprender y descubrir.

Con el paso del tiempo he llegado a la conclusión de que no podemos esperar que una sola persona complete esa naranja, ya que son muchas y muy variadas nuestras necesidades, como para que una sola persona las satisfaga todas a la vez, quizás si una sola persona completara tu mundo sería porque éste es pequeño.


Mi teoría es la siguiente:  tenemos que completar nuestra naranja con gajos, también es verdad que debemos buscar a alguien que se complemente el máximo con nosotros, que satisfaga las máximas necesidades posibles, y con lo que deseamos. Hablo de la necesidades básicas, pero a la vez las más importantes: cariño, respeto, amor, equilibrio emocional, etc... Todo esto nos hará muy felices y nos dará el mayor numero de gajos.

Sin embargo, no podemos olvidar el papel que juegan nuestros amigos, compañeros y gente de alrededor, éstos son los que conformarían el resto de la naranja. Estos otros gajos contribuirían, por mucho, al enriquecimiento de nuestra persona, de nuestra pareja, es decir, hará mas grande nuestra naranja. Compartir tus puntos de vista con estos otros, escuchar diferentes pareceres, contarles nuestros pequeños problemas, puede ayudarnos a llevar mucho mejor la relación más importante para nosotros.

Así que desde el origen de esta reflexión, separo los gajos que me sobran me quedo con los que más y mejor jugo tienen, los uno y recubro con una piel que alimento con amor y mucho cariño para crear esa naranja, la cual crece todos los días, como mi mundo.