¿De verdad hay una media naranja? Esta pregunta de “naturaleza equivocada” hace tiempo que podría haber pasado a la historia si su espíritu no hubiese sido alimentado por muchos. Y muchos otros podrían pensar que es una pregunta que solo se hacen las chicas adolescentes, los románticos empedernidos o incluso una parte de nosotros que tendemos a interiorizan esa idea. Todos ellos se cuestionan más a menudo ésta, en momentos de debilidad emocional.
En más de una ocasión me he preguntado si existía esa media naranja, bien sea chica, chico, o viceversa. Pobre iluso, lo que me quedaba por aprender y descubrir.
Con el paso del tiempo he llegado a la conclusión de que no podemos esperar que una sola persona complete esa naranja, ya que son muchas y muy variadas nuestras necesidades, como para que una sola persona las satisfaga todas a la vez, quizás si una sola persona completara tu mundo sería porque éste es pequeño.
Mi teoría es la siguiente: tenemos que completar nuestra naranja con gajos, también es verdad que debemos buscar a alguien que se complemente el máximo con nosotros, que satisfaga las máximas necesidades posibles, y con lo que deseamos. Hablo de la necesidades básicas, pero a la vez las más importantes: cariño, respeto, amor, equilibrio emocional, etc... Todo esto nos hará muy felices y nos dará el mayor numero de gajos.
Sin embargo, no podemos olvidar el papel que juegan nuestros amigos, compañeros y gente de alrededor, éstos son los que conformarían el resto de la naranja. Estos otros gajos contribuirían, por mucho, al enriquecimiento de nuestra persona, de nuestra pareja, es decir, hará mas grande nuestra naranja. Compartir tus puntos de vista con estos otros, escuchar diferentes pareceres, contarles nuestros pequeños problemas, puede ayudarnos a llevar mucho mejor la relación más importante para nosotros.
Así que desde el origen de esta reflexión, separo los gajos que me sobran me quedo con los que más y mejor jugo tienen, los uno y recubro con una piel que alimento con amor y mucho cariño para crear esa naranja, la cual crece todos los días, como mi mundo.