Aquí os dejo algo que me ha llegado al correo.
Miró el reloj una vez más colocando bien el asa del bolso sobre su hombro. Se apartó el flequillo de la cara optando por sentarse en uno de los bancos de la plaza. El sol apretaba con fuerza empujando a que la gente ocupara la hierba con sándwiches, conversaciones, risas.Sonrió para sí viendo a un grupo de amigos perseguir al que llevaba consigo el balón de fútbol. Agitó la cabeza aguantando la risa al verle sepultado por tres chicos y desvió la mirada hacia su derecha. Tres amigos, dos de ellos riendo a carcajadas, observaban a un tercero quien con grandes gestos contaba alguna anécdota. Curiosa, observó sus movimientos intentando descifrar de qué estaban hablando. Avergonzada vio que el orador se percató de su nuevo público mirándole. Una sonrisa de medio lado fue el saludo del chico antes de que ella apartara la mirada aguantando la suya propia.
Volvió a mirar su muñeca viendo que su compañera de estudios de ese día llegaba tarde. Y cuando el aburrimiento se apodera de uno tiende a curiosear a su alrededor, o a ahondar sobre algo que ha llamado su atención. No sin cierta timidez pero sin dejarse vencer por ella por completo, volvió a mirar al grupo de chicos que habían descubierto su presencia.
Sonrío con la boca y la mirada al ver que no era la única que parecía creer que la figura del otro le despertaba curiosidad. Esta vez la sonrisa de medio lado fue acompañada por un guiño divertido que consiguió arrancarle una leve carcajada. Ella pensaba que estaba un poco loco; él tal vez pensara que iba a ser una gran tarde.
- Siento el retraso. – La voz de su compañera la despertó de su fantasía particular haciéndola volver a la realidad.- Perdí el autobús anterior.- Se disculpó. Miró de reojo al chico de la sonrisa mientras se ponía en pie esperando algo más sin saber por qué.
- No pasa nada, tranquila.- Le sonrió, pero no como a él. Sabía que tenía que irse pero por unos segundos sintió que no podía irse así, sin más; darse la vuelta y caminar dándole la espalda. Dejando a un lado cualquier prejuicio y su pepito grillo que la tildaba de loca, se volvió hacia él.- ¡Que tengas un buen fin de semana!- Le gritó saludándole con la mano. Para su sorpresa él se puso en pie yendo a su encuentro. Impaciente esperó a que la alcanzara.
- Ten.- Una hoja de libreta cuadriculada y dos palabras se posaron en su mano derecha.- Búscale y me encontrarás. Tal vez, incluso a ti.- Sonriente, sin un ápice de vergüenza se despidió de ellas con una grácil reverencia.
- ¿Y este quién es?- Le preguntó su compañera ajena a lo ocurrido minutos antes. Achicó los ojos desconcertada alzando la vista de nuevo a la figura del chico que se alejaba.
- Unmei Ronin al parecer…- Murmuró para sí tras leer las palabras escritas en el papel, e inevitablemente sonrió.
Firmaba "Lady Machete".
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